“El mal vive de una cierta idea del Bien.” — Carmen González Tabaos, 2019

¿Cuál es tu idea del Bien? ¿Y es esta la única pregunta que el psicoanálisis se permite hacer?

Con Lacan aprendemos algo fundamental: como analistas, no trabajamos bajo la lógica de las intenciones, ni de lo que sería mejor para alguien. Trabajamos con la lógica de las consecuencias.

Entonces, ¿cuáles son las consecuencias de tu manera de gozar?

Así de simple, ya estamos hablando de ética en el psicoanálisis lacaniano: no hay un bien absoluto ni una fórmula para la felicidad. Lo que tenemos son las consecuencias de nuestra forma de vivir. Analizarse abre la posibilidad de tomarse en serio esas consecuencias.

La influencia de lo externo en la vida subjetiva

En la práctica clínica, me encuentro con sujetos deseantes, cada uno viviendo de manera singular. Muchas veces, escucho cómo ciertos factores externos moldean la vida de una persona: lo que está bien para la sociedad, lo que dicta la religión, lo que enseñaron los padres. Son ideas del Bien que vienen del afuera, de seres queridos o de instituciones. Y puede ocurrir que, de pronto, alguien ya no se sienta cómodo bajo ciertos mandatos. A veces, esas ideas influyen en las decisiones más pequeñas, más de lo que nos gustaría admitir.

Escucha clínica e intervenciones análiticas

En el consultorio, varias herramientas operan dentro de esta ética, por ejemplo, la escucha clínica y la interpretación.

La escucha en psicoanálisis lacaniano está libre de juicios. No tener prejuicios sobre quien se atiende permite enfocarse en lo realmente importante: su singularidad. La clave es no hacer suposiciones, sino escuchar posiciones.

El dispositivo analítico busca generar una nueva forma de comprensión sobre uno mismo. Para ello, es necesario despertar la curiosidad sobre por qué las cosas son como son. En este sentido, el análisis puede resultar incómodo: no saber a veces es más fácil. Pero la curiosidad es lo que mantiene el trabajo en marcha, sesión tras sesión.

Esto nos lleva a otra pregunta fundamental: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Es “mala suerte”? ¿O hay algo más profundo en lo que estoy involucrado?

Las interpretaciones lacanianas, sin embargo, no están hechas para ser entendidas de manera racional, sino para generar movimiento, para sacudir lo determinado. A veces, esto puede ser tan simple como hacer una pregunta. En mi experiencia como analizante, lo he sentido como si me ofrecieran nuevas perspectivas, en lugar de explicaciones sobre “cómo soy”.

La apuesta del psicoanálisis: nuevas formas de habitar el mundo

El arduo trabajo de cuestionarse a uno mismo trae sus resultados. Gradualmente, surgen nuevos márgenes de libertad: en cómo reaccionar, cómo decidir, cómo vivir. Como analista, mi tarea es explorar la disposición de mis pacientes a abrirse a estas preguntas esenciales.

Para mí, lo más importante es que las personas no se oculten, sino que salgan, que cuestionen aquello que las hace sufrir y que, poco a poco, encuentren nuevas maneras de habitar el mundo, más acordes a un deseo propio y menos regidas por lo impuesto.